Mi alumna Carla, quien es pianista, tocó el principio de la balada No. 4 de Chopin en su clase de Técnica Alexander.
Me dijo que quería que cada una de las notas de los acordes se oyera dulce, y no sabía cómo lograrlo. Entonces fui al cuarto por mi bebé Quetzalli —que tenía cuatro meses— y le dije a Carla: “Vuelve a tocar el inicio de la balada, mientras ves a Quetzalli, y piensa que cada una de las notas es un regalo para ella.” Volvió a tocar, mientras los hermosos ojos de Quetzalli no dejaban de poner atención por un instante. La música se oyó preciosa: cada una de las notas, de cada uno de los acordes, cantó. Carla, emocionada, le dijo a mi bebé: “¡Gracias Quetzalli! ¡Eres mi maestra!”.
Tú también puedes voltear a ver a alguien y decirle algo con tu música.