Por Madeleine Sierra
Los niños necesitan seguridad, y les ayuda mucho que los padres les compartan cuáles son los planes para el día, o para el día siguiente. Así el niño se siente seguro, confiado de que está considerado, de que sabe cómo se va a desenvolver el día.
Así el público: necesita saber en dónde está, cuál es la dinámica y qué se requiere de él (un rol activo, un rol pasivo… ). Con el fin de que el público sepa para qué está ahí y a qué vino, puede ser útil desarrollar la introducción sobre estas preguntas: ¿Cuál es el tema? ¿Cuál es su importancia? ¿Quién lo da? ¿De qué se trata esta presentación? o ¿Qué va a pasar? (Si es que se requiere de la participación del público). El objetivo de la presentación es poner en contexto a tu público.
Esta presentación es preferible que venga del corazón y no de la mente. La mente siempre quiere quedar bien, ser inteligente, ser genial, ser cool… Sin embargo cuando la intención es ésta, se pierde conexión y calidez con el público. Mejor hacer este “discurso” desde el entusiasmo que te provoca presentar a este grupo, a este solista, a este ser humano y al tema que se va a desarrollar. Conectado desde ahí todo resulta más sencillo y menos estresante.
Es recomendable que dure de 2 a 5 minutos (no más) ya que el público está ansioso de que se presente lo que vino a ver o a escuchar, y puede perder la atención (sobre todo si hay niños pequeños).