Por Madeleine Sierra
Yo antes me sonrojaba cuando me acercaba a alguien para preguntarle la hora en la calle, o para pedirle indicaciones. Eso fue una gran oportunidad para poner en acción a la observadora amorosa de mí misma.
¿Y qué es la “observadora amorosa de ti misma”?
Se trata de observar tus propios procesos sin juicios: convertirte en un científico curioso que observa el fenómeno sin querer cambiarlo: “¡Ah! mira, qué curioso, me estoy sonrojando, y enseguida empieza a latir mi corazón… me pregunto qué puede haber detrás de esto, ¿habrá vergüenza?… ¿qué viene?…” Simplemente observar los pensamientos que están detrás del fenómeno, y permitirte vivirlo tal cual es, lo cual, paradójicamente, permitirá que el fenómeno comience a transformarse.
Frecuentemente reaccionamos a nuestros patrones contrayéndonos. “No debería ser así”, “esto me sale mal”, etc.. Y por eso lo sufrimos mucho. Si, cuando algo no te gusta de ti, lo tratas de cambiar enseguida, o te regañas y castigas, no te das chance de conocerte: de realmente entender cómo es tu patrón y de dónde viene, y cuál es la emoción principal detrás de él.
En cambio si lo observas amorosamente, con mucha curiosidad, y hasta con humor de repente, el 50% desaparece, se diluye.