Si siempre te equivocas en la misma pieza

 

Por Madeleine Sierra

 

Un alumno mío —llamémosle Martín y digamos que era violinista (para proteger su privacidad)— se estaba preparando para un concierto, y me dijo que temía equivocarse en un pasaje de una tarantela, en el que antes no se equivocaba, y de poco tiempo para acá siempre lo hacía, sin entender por qué. 

 

Le dije: 

 

“Ahora nos convertiremos en científicos que estudian con curiosidad el fenómeno de lo que sucede en tu interior cuando tocas la tarantela. Por ahora solo vamos a hacer el ejercicio de abrir la conciencia, y a ver qué pasa. Todavía no vamos a intentar sanarlo. Si la pregunta no se responde hoy, la dejaremos abierta para que la respuesta aparezca en otro momento. 

 

Cierra tus ojos… habitemos el cuerpo completo. Respira por la nariz, relajando la mandíbula y habitando tu respiración. Pon la atención en cómo entra y cómo sale el aire…. Ahora amplía tu atención un poco más para abarcar todo tu cuerpo; dile a tu cuerpo: ‘Aquí estoy’… Y amplía todavía más la atención para incluir el espacio que ocupas. Cualquier sonido, o cualquier cosa que ocurra, va a ser parte de tu presente. 

 

Ahora traigamos el recuerdo del momento en que te das cuenta de que ya vas a tocar la pieza. Imagina que estás frente al público. Pidamos que se abra la conciencia para recibir información: ¿Qué está pasando en tu interior? ¿Qué piensas y qué sientes? Me lo puedes ir narrando”. 

 

— Siento contracción en el pecho, y el cuello. 

 

—  OK, permite la tensión, respira y pon tu atención ahí, recuerda no rechazar las tensiones porque ellas tienen un mensaje para ti. Que te duela lo que te tenga que doler para que las tensiones se puedan presentar en la dimensión en la que están. Míralas con buenos ojos, como si fueran niños pequeños que están atribulados… Pregúntale a cada una por separado qué mensaje tiene para ti…

 

—  La del pecho es como un espanto… La del cuello expresa exigencia…

   

—  Muy bien, ahí tienes a tus dos maestros: el espanto y la exigencia… Vamos a preguntarle al espanto qué mensaje tiene para ti…

 

Y el espanto primero nos dijo que se trataba de una necesidad de aceptación, de mucha aceptación. Y así continuamos cavando capa por capa hasta que llegamos a la conclusión de que el susto que Martín traía en el cuerpo se debía a que alguien le había dicho alguna vez que aquella tarantela era especialmente difícil, y él se lo había creído. 

 

Entonces hicimos el trabajo necesario para devolverle esa afirmación a quien le correspondía, para que que Martin volviera a su centro y para que el miedo se liberara, 

 

Y tú también, si te llega a pasar algo así, puedes convertirte en un científico que estudia con curiosidad lo que sucede en tu interior.

 

 

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