Por Madeleine Sierra
Todas las civilizaciones, a lo largo de la historia, han contado con su propia versión del payaso o el bufón. A estos seres irreverentes se les ha dado el permiso de hacer visibles los patrones que la sociedad esconde, cumpliendo así, como dice Alain Vigneau, “un eterno rito de humildad y conciencia colectiva”.
Se puede decir que el espejo que nos muestran estos divertidos seres cumple una función sanadora, y que la risa es una parte importante de dicha sanación. La risa sacude nuestros cuerpos y relaja nuestros músculos. ¿Será que la risa puede llegar a remover aquellas estructuras protectoras, que tienen que ver con nuestros patrones habituales de comportamiento? ¿O tal vez que el humor nos permita ver la realidad con cierta ligereza, lo cual facilita cambiarla?…
En lo que respecta al clown de teatro de hoy en día, su humor nunca es sarcástico ni de burla. El clown maneja un estatus bajo, bajo, bajo, bajísimo, y esto le permite entrar instantáneamente al corazón de las personas —como lo hacían Charly Chaplin y Cantinflas—.
Cuando vemos un clown en el teatro nos sorprendemos, porque éste se atrevió a mostrarnos su idiotez, su torpeza, su vulnerabilidad, su ternura y su esencia de niño, con transparencia pura. Al verlo nos sentimos identificados: “¡Eso es parte de mí también! ¡Yo también puedo ser eso, y no me lo he permitido!” La risa del clown resulta sanadora, porque está conectada con rescatar aquella naturaleza que la sociedad ha reprimido. Nos hemos rigidizado y nos hemos olvidado de un factor tan simple y natural como ese.
Y cuando eres participante en un taller de clown, la sanación se magnifica. Cuando realizas uno de los ejercicios, frente a la mirada amistosa y divertida de tus compañeros, juegas con tus patrones de comportamiento, con tus emociones, con tus errores y con tu neurosis, lo cual resulta revelador y sanador para ti. Y a los compañeros que te están viendo, que se ríen al sentirse identificados contigo, también les resulta sanador.
La próxima vez que te encuentres con alguien de confianza, te invito a dejar que se asome un poquito más del clown único que llevas dentro: con una actitud juguetona, atrévete a mostrar un poco más de lo que te ruboriza, de tus errores, de tu locura, de tu neurosis, de tu ternura, y ríanse juntos.